Durante el mes de julio hemos tenido la oportunidad de estar en Montefalco, en una comunidad de hermanas agustinas. La gracia de la fraternidad sencilla y verdadera ha hecho posible el milagro de hacer de dos comunidades una sola.
La liturgia, la vida cotidiana sencilla, el trabajo, la fraternidad y la acogida incondicional han sido los elementos que han tejido este tiempo compartido.
El paso por el Monasterio de Santa Croce nos ha regalado la belleza de la entrega encarnada en las hermanas que allí están.
Gracias a MariaRosa y a cada una de las hermanas, Italia ha sido el lugar donde Dios se nos ha hecho presente en este tiempo.
Sólo podemos dar gracias a Dios por tantos beneficios que nos llegan de Él a través de las manos de los hermanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario